El Sol y la Luna se unen en Capricornio dando nueva forma a nuestras aspiraciones y compromisos a un largo plazo tras las duras pruebas a las que estas temáticas nos han sometidos en los últimos tiempos.
Plutón despierta de nuevo para llevarnos junto con él al inframundo de donde deberemos rescatar el tesoro que durante tanto tiempo nos hemos estado negando a nosotros mismos. El último exámen será el más difícil de todos. Para renacer antes se ha de morir. Contemplar un panorama desolado quizás nos lleve a comprender que la nueva normalidad empieza por uno mismo y el tipo de mundo que queremos contruir cuando del antiguo, ya sólo quedan cenizas.
Hermes ya está de vuelta y en el atardecer nos habla del futuro: «¿Qué hubiera pasado si el gato de Schrödinger puediera pensar fuera de la caja?». Así es Hermes. 4 semanas nos separan de la respuesta.
Venus y Marte se han vuelto a enamorar. Y en esta ocasión parece que la cosa va en serio. Tan en serio que si hay matrimonio se firmará con una cláusula de separación de bienes. La sensualidad y el compromiso se tendrán que ver las caras con lo inoportuno de las circunstancias. Las sorpresas se ciernen en el aire…y en la tierra.
Júpiter se mira al espejo y se pregunta qué carajos ha venido haciendo este último año. Nuevos planes se están ya forjando. La mirada puesta en el horizonte… quizás aún sólo en el paisaje del fondo de escritorio de nuestro ordenador… Roma no se construyó en un día y Saturno aún maneja los tempos: «¿Quién está dentro y quién está fuera?». La prisión más terrible es aquella forjada en nuestra propia mente.
Urano lo sabe y pronto nos dará medida de lo que realmente implica el abrir las puertas de la percepción…y de los sentidos. La insatisfacción y el descontento son a menudo ingredientes básicos de un despertar. Cuando lo hagamos, allí encontraremos a Neptuno. El futuro es siempre compartido y nosotros sólo jugamos nuestro propio papel en una función que a duras penas podemos comprender. Mucho menos ahora.
Suerte!.